La primavera marca un renacimiento natural: los días se alargan, las temperaturas aumentan y el cuerpo se adapta al cambio. Aunque este periodo aporta energía y vitalidad, también comporta retos específicos para tu cuerpo.
Los problemas más comunes de la primavera
El cambio horario y la tensión estacional pueden desajustar los ritmos circadianos causando fatiga. Consumir alimentos ricos en magnesio y triptófano como el plátano, los frutos secos o el chocolate, mejorarán el estado anímico y la energía. También es importante que empieces a hacer paseadas al aire libre para aprovechar la luz natural y regular tu reloj biológico.
La primavera es el momento natural por el que el cuerpo elimina toxinas acumuladas durante el invierno. Esto puede causar pesadez, irritabilidad o una digestión lenta. Si quieres conseguir este propósito, incluye alimentos amargos y verdes como espárragos, alcachofas o rúcula.
Con la llegada del polen, muchas personas sufren alergias que afectan al sistema respiratorio. En estos momentos, puede ser una buena idea, incorporar alimentos antiinflamatorios como la cúrcuma, el jengibre y frutas ricas en vitamina C para reforzar el sistema inmune. Además, las infusiones de ortiga o rooibos son conocidas por aligerar los síntomas alérgicos.
Los días más largos y la reactivación social pueden generar estrés o sensación de descontrol. Una buena idea es adoptar una dieta rica en omega-3 para estabilizar el sistema nervioso. También puedes practicar técnicas de respiración consciente como el tai chi o lo chi kung que calman la mente y relajan el cuerpo.
Como ya has visto, la primavera no solo es un nuevo nacimiento por la naturaleza, sino que también es una oportunidad para equilibrar el cuerpo y la mente. Adopta algunos de los consejos que te hemos propuesto y disfruta de una estación llena de energía y bienestar.